“no nos interesa que el medio ambiente se dañe, queremos que las empresas cumplan”. Esta frase en relación al actuar de su cartera más que desafortunadas vienen a ser la manifestación más honesta del pensar de ciertos personeros de gobierno: no existe hética, menos moral, lo único que importa es lo que la ley dicte, y si ella se cumple todo estará bien.
Si esto no fuese así no habría forma de explicar que el sistema de transporte metropolitano del Tran Santiago en los últimos once meses sufriera un alza promedio que hace que una familia de 4 personas deba gastar sobre $ 17.000, si tomasen dos pasajes diarios durante veinte días (Cabe recordar que el Metro quedó en los $ 620 y las micros en los $ 540), o que a un año del terremoto muchas cosas siguen en el suelo.
Como fuere, ha de llegar el día en que se pueda llevar a papel incluso la bondad; tratando de contestar todas las preguntas que pudiesen surgir, aunque como bien escribiese el poeta y escritor Mario Benedetti, “el día en que encontremos todas las verdades, de seguro llegará alguien que cambie todas las preguntas”.
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