Ariel Senosián (2009) LO SUFICIENTEMENTE LOCO una biografía de Marcelo Bielsa

Quizás es como se dictamina al inicio de este relato, y la biografía sea uno de los pocos géneros que consienta la trama de la novela, porque la vida supera al arte, y la disparidad de la historia, porque la palabra es derrotada por la ilusión, que descubrir material que verse sobre personajes que superen a la memoria individual resulta tan interesante por momentos, y expectante por otros.
Lo suficientemente loco, es un trabajo realizado por el argentino Ariel E. Sienosiain, que bajo el amparo de la editorial Corregidor, en 2009 presenta en sus 174 páginas la historia de un personaje que ha buscado para siempre reivindicar el modo de entender el fútbol, uno en que el amateur supera al de las luminarias actuales, que tras tanto brillar no dejan ver el talento desplegado en el verde césped. Lo suficientemente Loco, una biografía de Marcelo Bielsa relata los diferentes estados por los que el rosarino ha debido transitar para poder lograr su espacio en la historia, donde un mensaje fuerte y claro que nos deja es: "Los entrenadores podemos cometer dos pecados: hacer caminar a jugadores que vuelan o pretender que vuelen los que sólo pueden caminar". De forma entretenida se muestra cómo se hizo profesional, cómo a los 23 años decidió que al estar jugando en ligas menores era mejor el retiro y buscar de otra forma la gloria. En que siempre su proceder, afirma el autor, estuvo emparentado a las obligaciones de conciencia y no con el bolsillo. La historia de su vida se nos muestra tal como sigue: nunca Bielsa se refirió a la clase media alta de su familia, ni al prestigio que tiene su apellido en las aulas de derecho. Sí a ser la excepción de la genealogía: "La mía es una familia de profesionales y sin embargo jamás se opusieron a mis vocaciones. Quise ser jugador de fútbol y lo fui. Fracasado, pero llegué a jugar en la Primera de Newell's. Después inicié la carrera de preparador físico y la terminé, soy profesor. Finalmente trabajo como director técnico de fútbol, sin que nadie me mire con mala cara. Y digo esto más allá de que mi padre jamás haya pisado una cancha para verme jugar o dirigir; no es que no le gusta el camino que yo elegí, sino que no le interesa la actividad que a mí me apasiona", declaró hace diez años. Tiene una particular concepción de los jugadores que elige fuera de la cancha: admira a aquellos que cuentan con algo que él desearía. Para el partido también elige a aquel que pueda discernir con objetividad y criterio: "El futbolista debe ser pensante, inteligente, con capacidad interpretativa de cada una de las variantes del juego. La inteligencia de ellos no debe ser, obligatoriamente, la inteligencia de la cultura". Fuera del campo también elige los que disciernen con criterio, porque cree que aquellos que usan la lógica en la vida también lo harán en el fútbol. Si pensar ya es difícil, hacerlo corriendo es más complicado todavía. Una biografía que se lee fácil en un fin de semana, donde queda quizás como gran anhelo entender la idílica unión que lograría con el pueblo chileno, lugar donde alguna vez dijo que se había enamorado de su gente…
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está lloviendo: ¡perfecto para un paragua!

El otro día iba caminado por la ciudad. Iba de la mano de aquel ser que hace un rato me acompaña, cuida y me hace reír. El clima si les soy sincero estaba medio raro: medio que llovía, medio que salía el sol. En eso un estruendoso clamor se escuchaba por doquier: ¡Paraguas, muchos paraguas! Me detuve en el acto, algo raro estaba pasando. -Lleve a $1000, a #1000… -escuchaba gritar a una señora. -Qué demonios, -me decía a mí mismo. –estamos en Chile y no en Uruguay. De veras no sabía qué pensar. En un punto entendí que esos paraguas no era lo que yo añoraba. En ningún caso buscaban resguardar el ocio de su negación; el trabajo, la deuda y la venta seguían tan firmes como siempre. Y ahí estaba la gente gritando ¡paraguas, paraguas!

El Puerto Principal, ni un brillo

Pensaba el motivo, razón o consecuencia, que ha llevado a que el Puerto Principal no mantenga sus glorias ya perdidas. Hay de los que proponen mejorar el turismo para poner remedio a tamaño desafío. Lo que ellos no ven es que la tierra motivo de más de alguna canción, poema o botella, se ve lastimada cuando de sólo cafés, paseos dirigidos y de ausencia de sus queridos ascensores es la gran prenda al tan anhelado objetivo. Es ese el problema: no se entiende que el visitante no trae dinero para buscar lo que está en todo el mundo, caso tamaño el insipiente mall o las cadenas de comida rápida que deviene por doquier, más bien trae su preciso dinero para beber vino, compartir alguna tertulia o recorrer el ayer. Y hasta que eso cambie, esta ciudad seguirá siendo la sombra de Viña del Mar, una ciudad que si funciona, es cierto, pero que te lo podrías encontrar el cualquier lugar.