El guardián Entre el Centeno (1953) J.D. Salinger

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Cruzando el centeno, pobre cuerpo
Cruzando el centeno
Se le volaba la faldilla
Cruzando el centeno

Si un cuerpo choca un cuerpo
Cruzando por el centeno
Si un cuerpo besa un cuerpo
¿Tiene un cuerpo que llorar?

Si un cuerpo choca un cuerpo
cruzando por el valle
Si un cuerpo besa al cuerpo
¿Tiene el mundo que saberlo?

El de Jenny es un cuerpo pequeño y dulce
Jenny casi nunca tiene sed
Y se le vuela la faldilla
Cuando cruza por el centeno...

Robert Burns


Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adonde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno.

Este es el deseo que mueve a Holden Caulfield, un adolescente estadounidense de 16 años que bien podría haber nacido en Francia o Nicaragua. Sus cavilaciones, de hecho, son universales, en que sus posteriores resoluciones nos son contenidas de forma magistral por Jerome David Salinger. Todo a lo largo de un viaje en que se expulsa del colegio (la escuela privada Pencey) a un “niño problema”, a tiempo de no saber detenerse a contemplar lo que como sociedad estamos haciendo mal.

«Y en parte es verdad, aunque sólo en parte. Pero la gente se cree que las cosas tienen que ser verdad del todo; No hay sala de fiestas en el mundo entero que se pueda soportar mucho tiempo a no ser que pueda uno emborracharse o que vaya con una mujer que le vuelva loco de verdad, son parte de las ideas de Holden a las cuales se nos hace testigo en un relato en primera persona.

La novela que fuese publicada en 1951 ha sido el libro más leído y más rechazado en las Escuelas estadounidenses. Los dramas existenciales de los personajes, así como las propuestas de los mismos, resultan tan exquisitamente sublimes que bien cabe recomendar y posicionar a esta obra en la categoría donde sólo quedan aquellas que pueden ser leídas tanto por niños como adultos, en que lo primeros indicarán sabiamente: «Para conocer a una chica no hace falta acostarse con ella.

El resto en cambio, ¿atender a la pregunta del profesor No crees que hay un momento y un lugar apropiados para cada cosa? O simplemente pensar en la idea de Wilhelm Stekel cuando señala: «Lo que distingue al hombre insensato del sensato es que el primero ansia morir orgullosamente por una causa, mientras que el segundo aspira a vivir humildemente por ella.»

Las respuestas a esas interrogantes, al menos yo no las tengo. Tampoco sé que hizo que el acecino de John Lennon leyese este libro para inspirar su acto que nos privaría de uno de los genios más grandes del siglo XX. Lo único cierto es que Salinger a trabes del antihéroe Holden Caulfield y su enorme amor por su hermana Phoebe, hace pensar si el crecer en sociedad es avanzar, o por el contrario, retroceder.


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