otra mirada sobre Víctor Jara

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Víctor Lidio Jara Martínez (28 de septiembre de 1932 - 16 de septiembre de 1973) fue un músico, cantautor y director de teatro chileno.

Procedente de una familia campesina de Ñuble, Víctor Jara se convirtió en un referente internacional de la canción reivindicativa y de cantautor. Fue torturado y asesinado en el antiguo Estadio Chile por las fuerzas represivas de la dictadura de Pinochet que derrocó al gobierno de Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973.

El golpe de estado del general Augusto Pinochet contra el presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de ese año le sorprende en la Universidad Técnica del Estado, y es detenido junto a profesores y alumnos. Lo llevan al Estadio Chile, donde permanece detenido varios días. Según numerosos testimonios, le torturan durante horas, golpeándole las manos hasta rompérselas con la culata de un revólver y finalmente le acribillan el día 16 de septiembre. El cuerpo es encontrado el día 19 del mismo mes.

Entrevista con Danilo Bartulin.

“El estadio, que daba cabida a cinco mil personas, estaba repleto. Para dominar a los prisioneros, por la noche cegaban con potentes reflectores. Ametralladoras pesadas sobre trípodes apuntaban a las graderías llenas de gente para amedrentar a los prisioneros.

“Pronto empezaron a trasladar urgentemente a los prisioneros al Estadio Nacional donde a los militares les era mas fácil controlar la situación. En el último grupo formado para ir al Nacional estábamos Víctor y yo. En total éramos unas cincuenta personas. De pronto apareció el comandante Manrique, recorrió la fila y ordeno a salir a Víctor Jara, Litre Quiroga, conocido jurista y comunista, y a mí.

-Llévenlos abajo -dijo. “Yo sabia que ‘abajo’ nos esperaba la muerte. Allí tenían habilitada una cámara, en lo que había sido guardarropia y varios baños. Muchos de nuestros compañeros fueron llevados allí, pero nadie volvió. Una vez que me condujeron al interrogatorio y, al pasar, vi. un montón de cadáveres, de cuerpos masacrados y desmembrados. Luego sacaban los cadáveres en camiones y los dejaban tirados en la calle.

“‘Abajo’ nos metieron a Víctor y a mi en un mismo baño. En el baño vecino estaba Litre Quiroga. Víctor y yo comprendimos que no teníamos salvación: éramos los últimos prisioneros del Estadio de Chile. Pero inesperadamente se dio la orden de que yo saliera. Víctor y yo nos despedimos en silencio, con una sola mirada. Me llevaron a un camión blindado con el motor en marcha, me metieron dentro y cerraron la puerta. El camión estaba lleno de prisioneros. Así fui a parar al Estadio Nacional. Solo estando allí comprendí porque no me habían dejado con Víctor en la cámara de condenados a muerte. Al verme entre los recién llegados, un coronel de carabineros dijo:
“-Es él. Tiene que decirnos todo lo que sepa de Allende.
“Empezaron constantes interrogatorios y torturas. Querían que hiciera ciertas “confesiones” para desacreditar la vida y la personalidad del presidente popular. Tres veces me hicieron pasar por simulacros de fusilamiento...

“Luego supe que el cuerpo de Víctor había sido descubierto cerca del cementerio Metropolitano y el cadáver de Litre Quiroga, en una calle de Santiago. Naturalmente, los militares mataron aquella misma noche a los dos prisioneros que quedaban en el Estadio de Chile y luego arrojaron sus cuerpos en la ciudad para que pareciera que habían muerto en un tiroteo callejero...”

Danilo Bartulin concluyo su relato y recordó que estando todavía yo en Santiago los secuaces de la junta divulgaron la versión de que el cantante había atacado con metralleta a una patrulla militar y esta, defendiéndose, lo mato.

Pero la única arma de Víctor era la guitarra. A Danilo Bartulin lo torturaron para sonsacarle los datos secretos que podía saber el medico particular del presidente. Pero ¿que “secretos” podía saber el cantante?... A Víctor lo torturaron y asesinaron porque odiaban sus canciones.


El autor de “Con el alma llena de banderas” pasó la noche del 11 al 12 en la Universidad Técnica de Santiago. Precisamente, el presidente Allende iba a pronunciar allí un discurso la misma mañana de 11 de setiembre. Quería anunciar en él su decisión de celebrar un plebiscito nacional a fin de resolver con procedimientos democráticos los conflictos que amenazaban el país. Fue asesinado esa misma mañana.

Jara cantó en la Universidad durante casi toda la noche. Quiso elevar la moral de los compañeros que le rodeaban. A la mañana siguiente los tanques entraron en el recinto universitario. Seiscientas personas, entre estudiantes y profesores, fueron obligados a echarse al suelo en un amplio patio de la Universidad. Les golpearon con la culata de los fusiles (12) y dándoles patadas. Desde allí les hicieron correr hasta el Estadio de Chile, a seis manzanas de distancia.

Aparentemente, y según testigos, un oficial del Ejército al que llamaban "El Príncipe", luego de torturarlo le habría dado muerte. Hoy, difícilmente se sabe de la identidad precisa de la soldadesca que participó en aquella brutal carnicería humana, pero todos los chilenos saben, sí, que el nombre actual del estadio es el de quien fuera el símbolo musical de la resistencia en aquel sangriento golpe de Estado.

En cuanto a sus manos, que a partir de su muerte pasaron a ser leyenda, existen dos versiones. De un lado, la de quienes afirman que tras recibir fuertes golpizas y soportar diversos métodos de tortura, estas manos que alegremente rasgaban la guitarra para distraer el miedo mientras animaban el descontento, le fueron trituradas con las culatas de los fusiles hasta dejarlas desechas, y del otro, la de quienes se aventuran a asegurar que ambas le fueron amputadas.

Lo cierto es que inmediatamente después, como lo estableció en 1990 la Comisión de Verdad y Reconciliación, su cuerpo fue arrojado a unos matorrales cerca del Cementerio Metropolitano para ser llevado más tarde a la morgue como NN, en donde sería reconocido por su esposa, la bailarina inglesa Joan Turner:
"Tenía los ojos abiertos y parecía mirar al frente con intensidad y desafiante, a pesar de una herida en la cabeza y terribles moratones en la mejilla. Tenía el pecho acribillado y una herida abierta en el abdomen; las manos parecían colgarle de los brazos en extraño ángulo, como si tuviera rotas las muñecas; pero era Víctor, mi marido, mi amor".

Aquí un video creado por un admirador de este hombre que supo llevar en acordes la vida de su peublo.



FUENTES:
Patria Grande
Germán Uribe/ La Ventana
Salvador López Arnal/ La Ventana

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